La educación ya no puede caminar por un carril y el empleo por otro. Esa fue la idea central de una conversación entre el candidato a diputado Arturo Campos y el joven docente Kevin Bonilla, quien expuso con franqueza los principales retos del sistema educativo y las barreras que enfrentan miles de jóvenes al intentar ingresar y sostenerse en el mercado laboral.
El diálogo puso el foco en un problema que se repite en todo el país: la brecha entre la formación académica y las exigencias reales del mundo del trabajo. Según Bonilla, muchos estudiantes salen de las aulas sin las competencias que hoy demandan las empresas y el entorno productivo, lo que reduce oportunidades, aumenta la frustración y alimenta la informalidad o el subempleo.
Brecha entre educación y mercado laboral
Durante la conversación, Bonilla señaló que uno de los desafíos más urgentes es conectar la educación con las habilidades del futuro, entendidas como capacidades prácticas y transferibles: resolución de problemas, pensamiento crítico, comunicación, dominio digital y aprendizaje continuo.
Para el docente, el desfase se agrava cuando no existe una articulación clara entre el sistema educativo y el mundo del empleo. “Si no hay coordinación, los jóvenes quedan en desventaja”, advirtió, al describir cómo esa desconexión termina limitando la movilidad social y el acceso a trabajos de calidad.
Infraestructura educativa: “colapso” y calidad deficiente
Otro punto fuerte fue el estado de la infraestructura. Bonilla calificó como crítica la situación de muchos centros educativos, al señalar “colapso” y pésima calidad en instalaciones que, en la práctica, afectan el aprendizaje, la motivación y la permanencia estudiantil.
La conversación remarcó que el debate educativo no puede reducirse únicamente a planes de estudio: las condiciones físicas y estructurales también son determinantes para lograr una formación efectiva y equitativa.
Llamado a potenciar el sistema educativo y la empleabilidad juvenil
Al cierre, se planteó la necesidad de potenciar el sistema educativo, mejorar condiciones estructurales y enfocar esfuerzos en competencias que impulsen la empleabilidad juvenil. La reflexión, según ambos, es urgente porque el futuro productivo del país depende de que la juventud tenga herramientas reales para incorporarse a un mercado laboral que cambia rápido.
La conversación dejó un mensaje claro: invertir en educación no es solo un tema académico, sino una apuesta directa por el desarrollo, la inclusión y la estabilidad social, con oportunidades concretas para las nuevas generaciones.
